martes, 26 de diciembre de 2017

LAS ABUELAS DEL MANDILÓN DE CUADROS



                                                Joseba Muruzabal

Estaba leyendo en la prensa que acaban de aprobar un complemento extra para las personas que reciben una pensión no contributiva, que percibirán de forma automática antes del diez de enero, por eso me he recordado otra vez de ti y de los que habéis contribuido a dignificar las condiciones de vida de los ciudadanos de este país, especialmente para las clases más desfavorecidas.

Hace años me explicaba mi padre que él había pagado tres carreras, la mía, la de mi hermano y su enfermedad, que había sido la más cara de todas, pues cada vez que acudía a la consulta de un afamado cardiólogo de Santiago de Compostela, tenía que pagar quince mil pesetas, bastante más que el salario medio mensual de la mayoría de los trabajadores de aquella época. También el farmacéutico le comentaba que con media docena de clientes como él tendría suficiente para mantener su establecimiento sanitario. Eso, afortunadamente, ya forma parte de la Historia.

El tiempo pasa y solamente quedan en Galicia cuarenta mil pensionistas de aquellos que no habían podido cotizar y en España cerca de cuatrocientos cincuenta y cinco mil, pero gracias a la implantación de este sistema se ha podido dignificar, a lo largo de los años, la vida  de tanta gente modesta con un pasado cargado de trabajos y sacrificios.

Me produce lástima observar como algunos nietos de esas abuelas del mandilón de cuadros que gracias a vuestras políticas han podido acceder a unos estudios y profesiones vedadas a su clase social porque eran privilegio de las familias acomodadas y que comen de los manteles de aquellos que llamaban despilfarro a las políticas sociales que implantasteis, se envuelven en sus fábulas para denigrar todo un proceso democrático y de progreso social que para sí quisieran muchos otros territorios y países.


Hace unos meses, viajando comodamente en el AVE por la Meseta también me acordaba de vosotros y me reía de los que hace veinticinco años, cuando se inauguró, le llamaban “El Averías” y las campañas de desprestigio que organizaron por este moderno sistema de transporte que si San Cristóbal no lo remedia aún tardará bastantes años en llegar a Galicia. Bueno, en la provincia de Zamora ya están las traviesas esperando su colocación debajo de las catenarias, que algo es algo.

Por eso al leer la información periodística sobre las pensiones, me he sentido de nuevo orgulloso de pertenecer a esa generación que ha arrimado el hombro para contribuir, dentro de sus posibilidades, a mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos de un país que, durante siglos, había viajado en el vagón de cola de Europa.




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